En muchas ocasiones, la voz de nuestra intuición se ve ahogada por el ruido constante de la mente. Es esa sensación de tener mil pensamientos que van y vienen, como una tormenta que no se detiene. Sin embargo, existe una voz más sutil, una que no grita, pero que siempre está ahí: la voz de tu intuición. Aprender a distinguirla puede transformar tu vida y devolverte a ese espacio de certeza interna que todos llevamos dentro.
La intuición: un susurro que nunca se equivoca
La intuición no llega con argumentos ni con lógica desbordante. Es un susurro, una sensación en el cuerpo, un guiño del alma que simplemente sabe sin necesidad de justificar.
La mente, en cambio, tiende a ser ruidosa, llena de dudas, críticas y suposiciones. Por ejemplo, imagina que estás a punto de tomar una decisión importante. Tu intuición podría decirte: «Este es el camino», sin dar explicaciones. Pero el ruido mental intervendrá con preguntas como: «¿Y si te equivocas? ¿Qué dirán los demás?»
Necesitas ir más allá de ese rumiar para poder sentir el camino. La intuición te anima a experimentar, a encarnar sus mensajes, para que no se quede en un mero pensamiento como tantos otros. Si te comprometes con ella, se fortalecerá y se convertirá en tu guía. Yo no dejo de estar en constante comunicación con ella, y nunca me falla… pero antes tuve que aprender a confiar en su voz.
Aprende a escucharte
Un ejercicio práctico para conectar con tu intuición es hacer una pausa y observar cómo responde tu cuerpo. La intuición tiene un lenguaje físico: un nudo en el estómago podría ser un «no», mientras que una sensación de calma podría ser un «sí». Esto lo vi claramente en una sesión con una persona que estaba indecisa sobre un cambio profesional. Cuando cerró los ojos y conectó con su intuición, su cuerpo se relajó al visualizarse en el nuevo proyecto. Su mente seguía dudando, pero su intuición ya había hablado.
Aprende a diferenciar entre pensamiento y percepción
La mente analiza; la intuición percibe. Para diferenciar ambas, un buen consejo es preguntarte: ¿Esta idea viene con calma o con ansiedad? La intuición nunca genera tensión. Si lo que escuchas en tu interior viene acompañado de miedo, culpa o urgencia, es probable que sea el ruido mental. En cambio, si lo que sientes es serenidad y una certeza inexplicable, estás ante tu intuición.
Ejercicio para practicar: el “desenfoque”
Cuando sientas que la mente está dominando y no puedes escuchar a tu intuición, cambia de actividad. Desenfócate. Sal a caminar, cocina algo, escribe o simplemente escucha música. Este «desenfoque» permite que la mente se relaje y la intuición tenga el espacio para emerger. Una mujer a la que acompañé hace poco se encontraba bloqueada en su vida personal. Al aplicar este ejercicio, su intuición le mostró con claridad que necesitaba soltar una relación que ya no le aportaba nada.
Para conectar con la intuición, la confianza es clave
La intuición no se desarrolla de la noche a la mañana. Es un proceso de confianza, de reconocer cómo se siente esa verdad interna y darle espacio para que se exprese. Cada vez que le haces caso, fortaleces ese vínculo con tu voz interior. Recuerda que la intuición no busca convencerte, solo mostrarte el camino.
Confía en ese susurro, porque cuando la intuición habla, te está conectando con lo esencial de tu ser. Es un acto de amor hacia ti mismo seguirla, incluso cuando parezca desafiante. Al final, es esa voz la que siempre sabe dónde está la verdadera luz en tu camino.
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Te mando un abrazo fuerte,
Verónica
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