Dado que podemos estar muy poco tiempo sin respirar en comparación con el tiempo que podemos estar sin agua o sin comida, es un punto vital y prioritario para toda nuestra fisiología. Por esta razón es el acto que más repetimos y más marca nuestros hábitos y maneras de relacionarnos con nosotros,con los otros y las situaciones.

Parece mentira que tengamos que desaprender los patrones respiratorios adquiridos para recordar lo que es una respiración libre, natural y gozosa. Cuando aparece cualquier tipo de trauma la respiración se hace más superficial para dejar de sentir, de la misma manera cuando hay algo que nos mueve emocionalmente hacemos apneas para no sentir para que pase rápido. En todos estos procesos se altera nuestra bioquímica y nos acostumbramos a vivir con menos energía y menos intensidad. La respiración conectada es un desafío que uno sólo puede asumir que trae la posibilidad de volver abrirnos a vida, respirar es una dar y recibir; un llenarse y vaciarse, es dejar que la vida te lleve y te toque. Para enamorarse, para enfrentar los retos y para conquistar los sueños necesitamos intensidad, esa que frenamos por miedo a ser vulnerables de nuevo, para senitir de nuevo la inocencia y la confianza en nosotros, en la vida.